sábado, 28 de enero de 2017

Si yo fuera rico


Para entender hacia dónde vamos no hace falta fijarse en la política sino en el arte.

Ryszard Kapuscinski




Con el nuevo año me siento obligado a publicar una de mis tradicionales entradas sobre el mercado del arte para echar un ojo a las cosas llamativas que a mi juicio han ocurrido en él durante los últimos meses.

En general se identifican tendencias de las que ya os he hablado en anteriores entradas. En primer lugar continúa o al menos se sostiene la elevada cotización otorgada a las grandes obras de un puñado de autores, sobre todo contemporáneos y más en concreto de la postguerra mundial, a mi juicio aumento casi constante de los precios ligado a procesos especulativos y a la burbuja que se ha incubado en el mercado del arte desde hace una década más o menos. Es la consecuencia de analizar el arte como un activo financiero y las grandes subastas como un campo de batalla entre fondos de inversión, los cuales llevan unos años adquiriendo obras de arte basándose en algunos casos en puros algoritmos matemáticos para predecir la posible revalorización de determinadas obras y artistas a varios años vista.

No obstante ya desde 2015 las cifras del mercado de subastas se han estancado, de hecho en ese año el volumen de ventas fue un 7% menor que en 2014 y a falta de conocer las cifras definitivas de 2016 (siempre se van haciendo públicos con retraso los datos de cada temporada) esa tendencia al enfriamiento parece consolidarse. Los problemas económicos en Rusia y China o la bajada de los precios del petróleo están afectando a algunos bolsillos privilegiados de esos países y de Oriente Medio y esto ha ralentizado de alguna forma el ritmo de grandes pujas en subastas. Si bien existen tendencias que compensan lo anterior, como es el caso del crecimiento constante desde hace unos años de las transacciones privadas, al margen de dichas casas de subastas públicas, para ahorrarse así las comisiones pagadas a intermediarios. Y también el aumento sostenido de las ventas por Internet, ya más de 4.000 millones de euros al año; todavía una parte pequeña del pastel, pero que seguramente crecerá en importancia en el futuro.

Otro proceso que me interesa mucho desde hace algún tiempo es la expansión del coleccionismo inversor/especulativo hacia otros campos. Ya no solo se aprecia una inflación en el mercado de obras de arte sino también en el mercado de antigüedades, supuestamente otro depósito de valor seguro (o eso piensan las grandes fortunas y sus asesores financieros).

Teniendo todo esto en cuenta es como uno puede analizar algunas de las grandes ventas llevadas a cabo a lo largo de los últimos tiempos.

Por ejemplo, Las chicas del puente, de Edvard Munch, se vendió hace un par de meses por 50,7 millones de euros (se había vendido en 1996 por 7,7 millones y en 2008 por 30,8).


Unos meses antes, en mayo, La eterna primavera, una escultura de Aguste Rodin realizada en un bloque de mármol blanco entre 1901 y 1903, se vendió en Sotheby's por 18 millones de euros. Récord para obras de Rodin.


Ese mismo mes One Ball total equilibrium tank, de Jeff Koons, una “escultura” que consiste en una pelota de baloncesto flotando en un tanque de agua, fue adjudicada por más de 13 millones.


y una figura de cera, realizada por el italiano Maurizio Cattelan, representando a Hitler con cuerpo de niño y las manos cruzadas en actitud de rezo, se vendió por 15 millones de euros. 
                                  
                              
Unos días antes, a finales de abril, se pagó más de un millón de euros por los originales de las dos últimas páginas del cómic de Tintín titulado El Cetro de Ottokar. Y el pasado mes de noviembre una plancha de una página suelta del cómic de Tintín Aterrizaje en la luna alcanzó el millón y medio de euros.


También en noviembre se vendió en Sotheby´s el manuscrito de la Segunda Sinfonía del compositor Gustav Mahler, por más de cinco millones de euros. 


Todo un récord para un mercado, el de las partituras antiguas, que está por explotar. Hasta ahora, en cuanto a grandes ventas en ese sector, un puñado de sinfonías de Mozart se habían vendido por algo menos de 3 millones en 1987 y en 1994 se pagaron 1,7 millones por la Segunda Sinfonía de Robert Schumann. 

Por otro lado en abril dos pistolas regalo del Marques de Lafayette a Simón Bolívar y fabricadas en París en 1825 se vendieron por aproximadamente 1,7 millones de euros.


En noviembre un mosquete que perteneció al emperador chino Qianlong (1711-1799) se subastó por casi dos millones y medio de euros, nuevamente en Sotheby´s.


Ese mismo mes se vendió también la pistola con la que en 1872 Paul Verlaine intentó asesinar a su amante Arthur Rimbaud. El precio alcanzado fue de 435.000 euros.


Y hace unas semanas, a mediados del mes pasado, una de las más o menos 80 copias “continentales” existentes de la primera edición de los Principia de Isaac Newton publicados en Londres en 1687 se vendió por tres millones y medio de euros.  


Vivimos sin duda en una época excitante, sobre todo si tienes dinero para comprar las cosas que necesitas y después de eso aún te sobra un buen montón para dedicarlo a comprar las cosas que deseas.

               

3 comentarios:

  1. ¡Dios mío, qué desgracia! ¡Nunca tendré 13 millones de dólares! Pero no por nada, ¡es que nunca podré ser el afortunado poseedor de "One Ball total equilibrium tank"! XD

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    1. Tenías el comentario por duplicado y te he eliminado uno.

      Dicho esto es una desgracia sí. La estatua de Hitler quedaría perfecta como regalo de cumpleaños para la suegra. Su cara no tendría precio. Y por solo 15 millones ¡¡

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  2. Acabo de leerme tu blog de arriba abajo, entrada por entrada; un trabajo excepcional, bien documentado y con una perspectiva holística y diferente. !Quien pudiera saber tanto y expresarlo así de bien!

    Al hilo de esta entrada he recordado una anterior de la serie sobre la burbuja del arte en la actualidad en la que comentabas que, al menos, cuando esta burbuja explote sólo pillará los dedos a los ricos; y me temo que no será así: los grandes bancos y fondos de inversiones participan en estas subastas y cuando todo se vaya al carajo nos tocará rescatarlos; ¿O acaso los españolitos de a pie teníamos que ver algo con las hipotecas subprime que se deban en los EUA?

    Pues eso: en este juego siempre perdemos los de abajo.

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