sábado, 22 de julio de 2017

Horteras... pero magníficos


Ser hermosa es estar casi muerta, ¿no es así?. La laxitud de la mujer perfecta, la comodidad lánguida, la reverencia, de espíritu vacío, anémica, pálida como el marfil y débil como un gatito.

“Penny Dreadful”, capítulo séptimo de la primera temporada.


No solo forma parte del amplio grupo de mujeres con las que me acostaría sino que también está entre el mucho más reducido grupo de aquellas sobre las que me gustaría masturbarme.

“Taboo”, episodio quinto de la primera temporada.






Los prerrafaelitas fueron un movimiento pictórico creado en Inglaterra en 1848 y que sobrevivió oficialmente apenas unos cinco años. Nacieron como grupo artístico en torno a la idea de imitar las maneras de la pintura renacentista previa a la irrupción de Raffaello Sanzio (1483-1520) y de ahí el nombre que adoptaron sus integrantes. En relación con lo anterior su objetivo era inspirarse en la estética de la pintura del Quattrocento italiano e incluso de la pintura gótica y a partir de ello dedicar sus esfuerzos prioritariamente no a la plasmación de temas religiosos, como había sido habitual en aquellas épocas artísticas, sino a la ilustración de temas mitológicos relacionados con la antigüedad clásica y a dotar de vida composiciones de acusado romanticismo ambientadas sobre todo en una fantasmagórica Edad Media recreada en función de esquemas procedentes del pensamiento romántico contemporáneo.

De cara a todo lo anterior los prerrafaelitas se nutrieron en muchos casos de material literario a la hora de extraer inspiración para su pintura, por ejemplo del Hamlet de Shakespeare y particularmente el personaje de Ofelia. Asimismo los prerrafaelitas también reflejaron en sus cuadros diversas leyendas griegas (sobre todo las relativas a sirenas, ninfas y lamias, aunque dibujándolas con formas mucho más sexualizadas de las que les atribuía la mitología antigua) y sobre todo prestaron una gran atención al ciclo artúrico (muy en especial a la versión del mismo recopilada por Thomas Malory en el s. XV) y a la poesía romántica inglesa de principios del s. XIX (Keats, Coleridge) a destacar The Lady of Shalott de Alfred Tennyson (1809-1892), obra que unía todo lo anterior al girar en torno al mito de una mujer que muere producto de su amor no correspondido por sir Lancelot.

De tal forma los prerrafaelitas resultan muy reconocibles no tanto por su técnica (que varió de unos integrantes del movimiento a otros) como por las peculiares temáticas de sus cuadros, por su clarísima deuda con la literatura, especialmente la poesía, y en última instancia debido al singular modelo de mujer que casi siempre aparece en sus pinturas. A este último respecto los prerrafaelitas se mostraron obsesionados con plasmar un ideal de belleza un tanto contradictorio, no en lo físico (de forma invariable optaron por representar pálidas y delgadas jóvenes de larga cabellera), pero si en lo psicológico, al mezclar ninfas casi anoréxicas y sumisas damas medievales con orgullosas sacerdotisas y poderosas y amenazantes criaturas mitológicas de sexo femenino. Todo un conjunto de obsesiones e incongruencias que ofrecen un festín para el análisis en clave freudiana. 


A mi modo de ver se trata de un movimiento pictórico muy interesante por considerarse a sí mismos una vanguardia antiacadémica y actuar como tal, pero hacerlo en una línea (proclive a la pintura figurativa e historicista) opuesta a la que seguirían poco después otra serie de vanguardias en Francia las cuales marcarían el tránsito hacia la pintura del s. XX caracterizada por el triunfo de la abstracción.

Por otro lado los prerrafaelitas, aunque se disolvieron pronto, al menos en Inglaterra llegaron a poseer gran influencia hasta entrado el s. XX, gracias a lo cual son un movimiento bastante a tener en cuenta debido a la ascendencia que lograron sobre un variopinto cúmulo de grandes pintores y escultores británicos previos a la Primera Guerra Mundial.

A veces denostados e ignorados, parte de su producción hoy es valorada como un tanto kitsch, (admitámoslo, al igual que los pompiers franceses, pintaron algunos cuadros que parecen especialmente pensados para decorar palacios sevillanos)


Aún así, poseen pese a todo un cierto trasfondo hípster que a mi modo de ver los convierte en muy recuperables en la actualidad. De hecho de vez en cuando se reconocen ecos de su obra en productos audiovisuales del presente. Por ejemplo en películas con temática de época donde se intuye que los directores de fotografía o de vestuario se han inspirado parcialmente en cuadros de autores pertenecientes a esta corriente, caso de la reciente Maraviglioso Boccaccio de los hermanos Taviani. 


    Por si fuera poco a título personal siento una gran conexión con este movimiento debido a razones íntimas que exceden el marco de lo puramente estético. A fin de cuentas a mediados del s. XIX Inglaterra se encontraba en plena expansión económica y política. Allí, como en la mayor parte de países de su entorno, la sociedad burguesa e industrial triunfante, convencida de la idea de progreso, comenzaba a mirar al futuro segura de sus fuerzas. En paralelo a lo anterior los artistas buscaban nuevas formas de expresión cada vez más desvinculadas del arte pretérito (e incluso del arte occidental en general, sorprendidos como se encontraban por las formas del arte japonés o el africano los cuales empezaban a conocerse en Europa por entonces). Y de repente en el seno de la Inglaterra fabril surgió una camada de inadaptados que no estaban interesados en el supuestamente luminoso futuro por llegar y rechazaban asimismo el mundo urbano e industrial en el que vivían, el cual consideraban deslucido e insípido. Por el contrario ese grupo de incomprendidos volvieron su mirada hacia el pasado. Un pasado que además no se atrevían a mirar de frente, dejándose en cambio seducir por ensoñaciones y fantasías acerca de valientes caballeros, lúbricas ninfas y hermosas y castas damas envueltas en vestidos vaporosos, todo ello en aras de una infantil y desesperada huida de la realidad en última instancia condenada al fracaso.  

   Y yo, de habitual un tipo frío y partidario de usar la lógica, me siento extrañamente identificado con ello. Porque, en el fondo, lo que yo realmente deseo es ser un excéntrico y tener un wombat de mascota. Por esa razón hoy pienso dedicar una galería a mostraros una pequeña selección de las principales obras prerrafaelitas, sobre todo aquellas más reconocibles entre las pintadas por los creadores de la hermandad: Dante Gabriel Rossetti (1828-1882), John Everett Millais (1829-1896) y William Holman Hunt (1827-1910). Asimismo añadiré a tal recopilación unos pocos cuadros procedentes de algunos de mis autores favoritos entre los muchos que manifestaron vínculos o influencias prerrafaleitas en su producción, especialmente Frederic Leighton (1830-1896) y John William Waterhouse (1849-1917). 

   [Como siempre dando click en la imagen podéis observarla a mayor tamaño y si dais a guardar debería aparecer por defecto información sobre el autor de la obra y el título de la misma].






















 


3 comentarios:

  1. Excelente artículo y muy buena selección de obras para observarlas con calma. Es curiosa par mi la elección de citas del principio del artículo, de las series "Penny Dreadful" y "Taboo", he visto el primer episodio de cada una de esas series, me han gustado, pero no he podido continuar aún viéndolas porque a mi pareja le han incomodado y por tanto tengo que esperar a encontrar el momento de seguir visionándolas yo solo por mi lado.

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    1. Ambas series ofrecen una reconstrucción de época de la Inglaterra decimonónica bastante peculiar por así decirlo. La verdad es que en mi opinión Taboo es un poco bluff, es una serie que decepciona un poco a medida que avanza, pero bueno. Por lo menos ofrece unas cuantas frases memorables.

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  2. COn los prerrafaelitas me pasa lo mismo que con los pompiers, al principio impactan pero luego cansan. Hay algo aquí y halla, algo de Waterhouse, de Millais, e incluso de Rosettio o William Holman Hunt, pero luego te vas dando cuenta de que no todos pueden ser ni Rafael ni David.aunque al menos estos no quisieron medirse con el barroco como los pompiers franceses y crearon un poco su propio mundo, fuera de la realidad.Como William Morris, su mirada al pasado ensoñadora y adulterada esconde un complejo de superioridad enorme. Pero es una pintura que queda muy bien en cajas de galletas, botes y anuncios de perfumes ( Alma Tadema ).

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