sábado, 28 de mayo de 2016

De cambistas y banqueros


El mundo ya no funciona como creéis, regido desde fortalezas fronterizas, o incluso desde Whitehall. En realidad el mundo se gobierna desde Amberes, desde Florencia, desde Lisboa. Desde donde sea que los barcos mercantes parten hacia el Oeste. No desde los muros de los castillos, sino desde las casas de cuentas, desde las plumas que escriben vuestros pagarés.

(“Wolf Hall”, capítulo tercero)







En una entrada anterior había intentado empezar a familiarizaros con el análisis de la ideología en los productos artísticos, un tema que me parece interesante en la medida en que dentro de la Historia del arte como disciplina se han impuesto tradicionalmente líneas de análisis tendentes a valorar sobre todo cuestiones puramente técnicas, estéticas y de estilo, pese a que durante la mayor parte de la historia humana el arte ha sido en esencia un vehículo de propaganda al servicio de las élites. No es posible entender las portadas de las catedrales góticas, los arcos de triunfo romanos, el Tapiz de Bayeux, las pirámides egipcias, los templos mayas, o las construcciones barrocas, al margen de la función como vehículo para la transmisión de ideología que ostentaba hasta hace algunas décadas la producción artística de todas las grandes civilizaciones.

lunes, 23 de mayo de 2016

Polvos mágicos



     Los libros no se han escrito para que creamos lo que dicen sino para que los analicemos. 

     ("El nombre de la rosa")


    Mari Carmen, quince años, tres veces... ¡Pero si son pelos de coño!.

    (José Sazatornil en “La escopeta nacional”)





Uno de los campos más resbaladizos de investigación por parte de las “ciencias” sociales ha sido siempre el referido a la sexualidad humana y todo lo relativo a los condicionantes culturales que envuelven el asunto. A ese respecto hoy sabemos que Freud falsificaba o exageraba informes de sus pacientes para que se ajustasen a sus propios puntos de vista y por ello no está muy claro si parte de sus “hallazgos” tenían más que ver con la proyección sobre otros de sus propias obsesiones que con el análisis objetivo de los traumas de los demás. Luego con el tiempo su hija, Anna Freud, se convirtió a su vez en una famosa eminencia en la disciplina abierta por su padre, lo que no le impidió caer en curiosas contradicciones "científicas": durante la mayor parte de su vida vivió de forma clandestina con la también psicóloga y educadora Dorothy Burlingham, pese a lo cual impartía conferencias sobre cómo "curar" la homosexualidad y se oponía a que integrantes de dicho colectivo pudiesen ejercer profesionalmente el psicoanálisis. 

  Por su parte el famoso Alfred Charles Kinsey tuvo sexo con múltiples personas a las que luego entrevistaba en el marco de sus investigaciones, estimuló a sus colaboradores a hacer lo mismo e incluso filmó algunas de esas sesiones. También se cree que alteró datos procedentes de la entrevista a un pedófilo y en general tampoco está del todo claro si su proceder y sus conclusiones se debían más a sus propias necesidades sexuales y sus opiniones personales que al registro objetivo de las prácticas de cama corrientes en su momento entre el ciudadano medio estadounidense. 

  A su vez los celebérrimos William H. Masters y Virginia E. Johnson, allá por los años 60 y 70 figuras emblemáticas del estudio de la dimensión sexual del ser humano al margen -supuestamente- de los prejuicios morales, resulta que en el fondo consideraban a los homosexuales como enfermos que podían y debían ser “curados” (particularmente en el caso de Wiliam Masters).

En general todos ellos contribuyeron a evolucionar la moral sexual occidental a lo largo del último siglo, pero a la vez -bajo una fachada de rigurosidad "científica"- sus trabajos reflejaron sus propias obsesiones y puntos de vista subjetivos, aunque fuese camuflando lo anterior bajo una gruesa pátina de pretendida imparcialidad. A fin de cuentas es así como avanza el conocimiento humano: a trompicones, rara vez en línea recta. Debido a ello este tipo de problemas en torno a la "imparcialidad" de los "científicos" sociales respecto al análisis de cuestiones relativas a la vida íntima resultan plenamente identificables también dentro de la historia oculta de muchas disciplinas humanísticas. Por ejemplo la antropología.  

lunes, 16 de mayo de 2016

El libro de las torres


   “No hay escrituras indescifrables, cualquier sistema de escritura creado por el hombre puede ser leído por el hombre”

Yuri Valentinovich Knorozov





Cuando se habla de desciframiento de escrituras antiguas a la mayor parte de la gente le suelen venir a la cabeza la piedra de Rosetta y el hallazgo de las claves acerca de la escritura jeroglífica por parte del francés Champollion. Sin embargo la arqueología nos ha proporcionado otras muchas inscripciones emblemáticas como el Decreto de Canopo, los pilares de Cippi (inscripciones en griego antiguo y fenicio púnico que sirvieron para descifrar este último idioma), las láminas de Pirgi (inscripciones en fenicio y etrusco que sirvieron a su vez para descifrar parcialmente el segundo) o la inscripción de Azatiwada en Karatepe. Luego, a partir de ellas, diversos eruditos y estudiosos del pasado nos han legado asimismo hermosas historias basadas en sus intentos por desentrañar misterios de tiempos remotos, como ya hemos visto en otras entradas.

Una de esas historias, mi favorita de hecho, incluye los primeros esfuerzos llevados a cabo con el fin de desentrañar las claves de la escritura cuneiforme. Hablamos de la forma de escritura más antigua en aparecer y que por ello evolucionó en complejidad a lo largo del tiempo adaptándose por el camino a diversas lenguas desde el sumerio al persa pasando por el acadio (de la misma forma que hoy en día con el alfabeto latino podemos leer y escribir idiomas diversos). Su longevidad (más de 3.000 años), así como el hecho de haber sido empleada en diverso grado por muchos de los múltiples imperios que se crearon a lo largo de la antigüedad en tierras de Oriente Medio, hacen que su legado sea muy amplio. Por ejemplo, solo entre los fondos del Museo Británico se conservan más de 100.000 tabletas escritas mediante cuneiforme (algunos ejemplos de las cuales podéis ver en las imágenes que acompañan este texto). Debido a ello resulta fácil entender lo importante que resultó en su día para lingüistas e historiadores el desvelar los misterios de tal sistema de escritura. 

sábado, 14 de mayo de 2016

Abajo a la derecha



Hoy toca hilo de fotografía y voy a dedicarlo a colgar algunas imágenes que nos ilustren cómo era el Sureste de Asia a finales del s. XIX. Toda esa zona de Birmania, Thailandia, Laos, Camboya, Vietnam, Malasia y ocasionalmente Indonesia. Área un tanto olvidada por el mayor interés que suscitan sus poderosos vecinos (India, China y Japón) a cuya sombra los reinos de la zona hubieron de tejer su propia historia hasta la irrupción de las potencias coloniales europeas.

viernes, 6 de mayo de 2016

Como lágrimas en la lluvia


Pase lo que pase, mantente con vida. Iré a buscarte. Por mucho que me cueste, por muy lejos que estés, te encontraré.

     Daniel Day-Lewis en “El último Mohicano”



                   


Veréis, desde la perspectiva del historiador las fuentes con que contamos para escudriñar el pasado son esencialmente de dos tipos: por un lado los datos que nos proporciona la arqueología y por otro lo que nos cuentan los textos, cuando los hay. No obstante en la medida que la arqueología nunca ha dejado de ser una ciencia “auxiliar” los documentos escritos han sido siempre considerados como la fuente fundamental de conocimiento para las épocas en que se dispone de ellos. 

Debido a eso en este blog he explicado alguno de los desafíos que uno se encuentra a la hora de extraer información de textos redactados en épocas muy lejanas del tiempo, fundamentalmente el problema de descifrar información escrita a través de lenguajes extintos que nos son desconocidos. Aunque otro problema grave del que he hablado menos es el de la simple desaparición de muchos de los documentos producidos por nuestros ancestros debido a su destrucción durante guerras o incendios, o simplemente producto del paso de los siglos y todo lo que eso conlleva.