domingo, 1 de noviembre de 2015

La juerga continua


    Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros.

George Orwell, “Rebelión en la granja”.


                


Me veo obligado a hacer un pequeño alto en mi crónica sobre el sufragismo británico para comentar una noticia reciente. Al parecer hace unos días los operarios encargados de la limpieza en el Museo de Bolzano, en Italia, destrozaron una “obra de arte” de profundo significado al confundirla con un montón de basura

    No es la primera vez que pasa algo así. Es el riesgo de ser demasiado vanguardista, quizás. No obstante el mencionado suceso me ha animado a escribir esta entrada donde voy a repasar lo que ha ocurrido en el mercado del arte durante los últimos meses. Todo ello en la línea de otras entradas anteriores que he consagrado a esta cuestión, a mi parecer más interesante de lo que parece. De hecho mi propósito cuando comencé con este blog era hacer un seguimiento al tema de forma intermitente, pero como a día de hoy hace prácticamente un año que no he vuelto sobre tal cuestión creo que es el momento de ponernos nuevamente al día.  

Como he comentando más veces, el mercado del arte actual, sobre todo de arte contemporáneo, se ha convertido en una casa de locos, literalmente, por mucho que algunos profesionales implicados en el asunto intenten de alguna manera racionalizar de forma presentable la cuestión. 

                       

En ese sentido no extrañan cosas como que uno de los artistas más cotizados en las últimas décadas sea el holandés nacionalizado estadounidense Willem de Kooning (1904-1997) quien en 1989 fue diagnosticado con alzhéimer multifactorial, aunque probablemente ya hacía tiempo que lo sufría. Desde entonces pintó unas trescientas cuarenta obras que hoy en día se encuentran entre lo mejor valorado de su producción. Desde los tiempos de Van Gogh el desequilibrio mental y el arte se llevan muy bien. 

Con todo, de cara a intentar explicar someramente lo que está ocurriendo en los últimos años ya dediqué una entrada en su día así que a continuación voy a limitarme a recopilar algunos datos concretos procedentes del año pasado, en tanto que las cifras y balances de algunas subastas se suelen ir conociendo con cierto retraso.  

Ahora sabemos por ejemplo que en 2014 el mercado de arte (dominado por los Estados Unidos, Gran Bretaña y China actualmente) movió unos 51.000 millones de euros (si a eso le sumamos el mercado negro de obras de arte robadas la cifra subiría hasta quizás los 60.000 millones). Un reflejo de lo anterior es el hecho de que la casa de subastas Christies`s batió el año pasado (dos veces) su récord de ventas en una sola sesión (establecido a su vez el año anterior). Dichas subastas récord estuvieron dedicadas, obviamente, al arte contemporáneo posterior a la Segunda Guerra Mundial, el cual ya mueve ahora mismo cerca de la mitad de las ventas realizadas en subastas mientras que las pinturas previas al impresionismo y las vanguardias apenas representan el 3% (ya que por diversas razones resulta complicado especular con martirios de santos). Entre las transacciones llevadas a cabo destacaron: la venta por 61,4 millones de euros de Black fire I un cuadro de Barnett Newman concebido en 1961.

                              

Por 58 millones de euros se vendió Tres estudios para un retrato de John Edwards, cuadro pintado en los años 80 por el inenarrable Francis Bacon. 

          

   La pintura pertenecía al multimillonario taiwanés Pierre Chen, quien la habría comprado diez años antes en una transacción privada a cambio de 13,5 millones de euros al cambio, con lo cual ha obtenido un beneficio del 450% en una década. Luego dicen que hay crisis. El tríptico fue adquirido a su vez por otro millonario asiático.

También el año pasado se subastó por 21,3 millones de euros uno de los conocidos Abstraktes Bild pintados por Gerhard Richter en los años 90. Al parecer el afortunado vendedor lo había adquirido en 2012 a cambio de 15,8 millones de euros. Ese mismo año 2012 el músico y reconocido tacaño Eric Clapton obtuvo unos 27 millones de euros por la venta de otro Abstraktes Bild, en este caso el 809-4. Nada mal cuando los propios tasadores habían pronosticado un valor máximo en torno a los 15-20 millones para dicha “obra maestra”, en la línea de lo que meses antes habían costado el Abstraktes Bild 798-3 o el Abstraktes Bild 849-3, vendido este último a una millonaria brasileña a finales de 2011. Pero es que los precios no dejan de subir y subir y subir, mes tras mes y año tras año, sobre todo en el caso de una media docena de autores muy concretos.

Uno de ellos es Andy  Warhol, su obra Number 5, 1951 (Elegant Lady) se vendió el año pasado por 8,2 millones de euros. La tela era propiedad del grupo energético alemán E.ON, quienes lo habían adquirido (una compañía subsidiaria en realidad) en 1980 por apenas medio millón de dólares.

                      

Claro que esas cifras hoy en día son calderilla para todo lo que lleve la firma de Warhol. O sin firma, entre las casi 20.000 obras del artista hay incluso lienzos que consisten literalmente en sus meadas, uno de los cuales (este de debajo) se vendió en 2013 por 93.000 euros. Orina sagrada. 

         

   Más en serio, a mediados del año pasado, su serigrafía sobre lienzo Race Riot, realizada a mediados de los 60, se vendió por 45 millones de euros.

       

Todo esto en subastas públicas, las cuales solo constituyen una parte del paisaje. Por ejemplo, en agosto del año pasado el millonario ruso Dmitry Rybolovlev compró en una venta privada Nº6 (Violet, Green and Red) de Mark Rothko por una cifra en torno a los 140 millones de euros. 



   Y por supuesto la inflación de precios no solo afecta a cuadros o derivados, también a esculturas. Poisson volant uno de los famosos “móviles” de Alexander Calder, perteneciente hasta entonces a la colección de un magnate industrial estadounidense, se vendió por 18,9 millones de euros.

         

En lo que concierne a joyas durante el año pasado la firma Sotheby's vendió en una sola noche alhajas por valor de de más de cien millones de euros (ciento dos en concreto), destacando un diamante amarillo de cien quilates engastado en un anillo conocido como Graff Vivid Yellow, el cual se vendió por 12 millones de euros. 

                  

   Mientras tanto un reloj de bolsillo denominado Henry Graves Supercomplication, se vendió por 17,1 millones de euros. El reloj pertenecía a un miembro de la familia real de Qatar que lo había comprado por menos de la mitad de esa cantidad en 1999.

                              
 
Entrando ya en este año en el que estamos Sotheby's adjudicó por más de cuarenta millones de euros un Untitled que Rothko pintó en 1954

                                  

     Y cerca de eso se pagó por The Ring (Engagement) un cuadro elaborado en 1962 por Roy Lichtenstein.

           

Mientras tanto, en una subasta celebrada esta vez en Christie´s, se han pagado estos días más de 88 millones de euros por Nurse, otra obra suya.


Por supuesto, cómo no, otro Abstraktes Bild de nuestro amigo Gerhard Richter se ha vendido hace poco por 25 millones de euros aproximadamente. Hoy en día no eres millonario de verdad si no tienes un Abstraktes en tu salón. Y también en este año se han vendido: World Crown de Jean-Michel Basquiat, a cambio de 10 millones de euros.

                            

Number 12, 1950 de Jackson Pollock por más de 16 millones.

            

Dschungel, de Sigmar Polke, más de 24 millones de euros.

            

Les femmes d'Alger (Versión O), de Pablo Picasso, pintado en 1955, alcanzó nada menos que los 160,8 millones de euros (a lo que habría que sumar una prima de venta fijada por la casa Christie`s lo que hace que el precio final del capricho ronde los 180 millones). La obra había sido adquirida en 1997 por un coleccionista privado en torno a los 20/25 millones de euros al cambio.

          

Este mes se han pagado 158 millones de euros por Nu Couché de Amedeo Modigliani. El comprador fue Liu Yiqian, un millonario de Shanghai. 


 Y además Sotheby´s vendió el retrato Paulette Jourdain, del mismo autor, por 39,5 millones de euros.  



   En la misma subasta Femme assise sur une chaise de Picasso se adjudicó por 18 millones de euros.



   Delaware Crossing de Frank Stella por 12,5. 


 
Asimismo Untitled XXI de Willem de Kooning se vendió por más de 23 millones de euros. 



   Pero todas esas cifras palidecen al compararlas con los 185 millones de euros que fueron pagados a principios de este año en una transacción privada mediante la cual un comprador anónimo, probablemente la familia real de Qatar una vez más, se hizo con la propiedad de Nafea Faa Ipoipo (“¿Cuándo te casarás?”) obra de Paul Gauguin pintada en 1892.

                               

En cuanto a escultura. L’homme au doigt obra de Giacometti realizada en 1947 se ha subastado hace unos meses por 126,3 millones de euros.

             

 Y estos días se ha vendido Thérese de Gauguin por casi 29 millones de euros. 



También este año una doble plancha original del álbum de Tintín titulado El cetro de Ottokar, publicado en 1939, alcanzó los 1.563.000 euros.

              

Incluso un simple dibujo de una viñeta suelta de Tintín en el Congo se vendió por la módica cantidad de 770.600 euros. A su vez las dieciséis supuestas páginas originales en las que Don McLean escribió la letra de American Pie, un himno del pop americano, fueron adquiridas por 1,1 millones de euros, aunque el año pasado ya se habían pagado cerca de dos millones por los folios con la letra de Like a Rolling Stone de Bob Dylan. Este mes se han pagado cerca de 200.000 euros por una camiseta usada por Michael Jordan en su última temporada con los Chicago Bulls y 1,22 millones de euros por el vestido que llevaba el personaje de Dorothy en la película de El mago de Oz

No nos tomemos a la ligera todo esto. Básicamente son los signos de que desde hace algunas décadas, pero sobre todo en los últimos años, una pequeña parte de la población del planeta -esa que acumula un gran porcentaje de toda la riqueza- no solo se está quedando con la propiedad de la inmensa mayoría de los medios de pago y los recursos productivos sino que, en medio de un proceso acelerado de especulación financiera, también está adquiriendo a marchas forzadas la propiedad de casi cualquier producto del espíritu humano (cuadros, esculturas, grabados, pero también cómics, monedas, incluso colecciones de cromos o de pósters, libros antiguos, derechos de autor de todo tipo de obras, películas, viejos instrumentos musicales, reliquias arqueológicas de contrabando, etc., etc., etc.) que en el futuro se puedan intercambiar o revender con grandes expectativas de beneficio. 

El arte actual ya no es realmente un elemento decorativo o una forma de propaganda del poder, sino que cada vez más está adoptando un papel de simple depósito de valor al servicio de las grandes fortunas del mundo. 

6 comentarios:

  1. Parece que el arte moderno es un sistema para crear dinero de la nada, pasando por encima de los bancos centrales nacionales. Eso en la naturaleza estaría prohibido: no se puede crear energía; en este caso, dinero.
    Lo que me pregunto es si es un sistema que crea realmente valor a partir del vacío o es simplemente un sistema para evitar pagar impuestos.
    Y relacionado con ésto, está el tema de la restauración. Que si hacer platos con nitrógeno líquido y cobrarlos a unos precios injustificables. O el propio vino, que hace poco salió un vídeo que se ha hecho popular del tipo el emperador está desnudo. La razón de las catas de vinos era detectar enfermedades en el producto y no calificar su calidad, pero se ha ido degenerando. Es absurdo porque los catadores profesionales supuestamente tienen unos sentidos afinadísimos que les permiten detectar matices que para el resto pasarían desapercibidos. Y si eso es cierto, resulta una estupidez pagar precios altísimos por un vino; porque el comprador carece de esas habilidades y lo mismo le da beberse un vino de 2 euros la botella que un gran caldo de 500 el envase. Así que paga por algo que no puede saborear ni oler. Es como si un ciego se compra un cuadro carísimo.

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  2. Un artículo sobre el tema, sólo disponible para suscriptores de ese periódico por desgracia. De todos formas, dejo el enlace para constancia y por si alguien sí pudiese leerlo.

    http://www.diarioinformacion.com/opinion/2015/11/03/arte-o-basura/1692191.html

    En resumen: la autora tiene la misma opinión sobre la basura del arte contemporáneo, y habla de esa noticia del museo de Bolzano y de otros casos iguales que ha habido en otros museos.

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    1. Si al final la cuestión no es si esto es arte o no. A mí personalmente me parece una tomadura de pelo y en cambio me gusta un determinado tipo de arte hoy caduco. Pero eso es una opinión personal, cuestión de gustos. Habrá gente que encuentre estéticamente hermoso y muy impactante en lo emocional o lo intelectual parte de estas obras. Y me parece respetable.

      Sin embargo de cara a entender su actual valoración en el mercado lo que yo digo es que todo eso no importa. A la mayor parte de la gente que está pujando por ellas o por planchas de cómic de Tintín se la suda esa cuestión. Pujarían por collares de perro si en torno a los mismos se hubiese creado el clima adecuado para que su valor crezca en forma de burbuja. Estamos hablando de la necesidad de los grandes capitales, en un momento de volatilidad financiera, de encontrar depósitos de valor seguros, fácilmente transportables (o evadibles al fisco si llega a ser necesario), que garanticen un crecimiento continuo del capital invertido al margen incluso de las fluctuaciones de divisas.

      Hace unos siglos ese depósito de valor eran las grandes propiedades, la compra de tierras, luego han sido el oro, los diamantes, los inmuebles urbanos o la compra de acciones. Y ahora mismo una excelente salida para los grandes capitales es comprar arte (que encima a veces hasta desgrava y proporciona prestigio, mira los Thyssen). Como la mayor parte del arte clásico está en museos o pinacotecas se necesita promocionar a una serie de autores con una producción muy grande, pero a la vez limitada, por cuyas obras canjear los dólares o las libras de turno y que proporcionen una expectativa razonable de que la inversión va a ser retornada con una tasa de ganancias por encima del 10% anual al cabo de x tiempo. Es tan simple como eso. Todo el colectivo de galeristas, críticos y demás que son necesarios para que esa máquina de imprimir dólares en forma de lienzos siga funcionando al ritmo que necesita la acumulación de capitales pueden creerse en serio lo que hacen o ser unos cínicos, pero no dejan de ser meros lacayos al servicio, como digo, de una verdadera industria cultural (conectada a veces hasta con fondos de inversión que especulan con obras de arte como lo pueden hacer con los derechos de traspaso de futbolistas). Son una rama lateral de los grandes servicios financieros camuflada de intelectualidad. A fin de cuentas es necesaria una gente que proporcione una justificación "culta" a por qué determinadas obras son maravillosas y valen unas determinadas cantidades de dinero cuando en realidad esto último es algo totalmente subjetivo y artificial, completamente desvinculado ahora mismo de todo criterio objetivo de pericia técnica, imposibilidad de reproducción, profundidad simbólica o gran parte de los criterios que hasta hace unas décadas todavía venían más o menos funcionando para hacer presentable el asunto.

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  3. O sea una burbuja como la de los tulipanes o los sellos.
    Una pregunta: ¿qué tipo de arte te gusta? Me imagino que el clásico, el del renacimiento, y supongo que los pintores historicistas del XIX.
    ¿Hay algún tipo de arte no estrictamente realista que te agrade?

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    1. Creo que en general a la hora de valorar qué es una gran obra maestra existe una gran importancia de las convenciones, de la tradición y de otra serie de consideraciones relacionadas con el control social o la ideología. Miguel Ángel por ejemplo me parece un pintor totalmente sobrevalorado (en tanto que pintor, ojo), como Rubens o Goya. Soy bastante difícil de complacer. No es tan sencilla la cosa como realismo vs abstracción aunque es cierto que la práctica totalidad de las obras producidas en esa línea me desagradan.

      Pero aunque podría argumentar al respecto esa es una mera opinión de alguien insignificante basada en sus filias, fobias y prejuicios infantiles.

      Lo que está ocurriendo con el mercado del arte y desde hace una década más o menos me parece que es otra cosa. Es objetiva. Y sí, es cada vez más claramente una burbuja financiera. La cual tiene como parte buena el que cuando explote hará mucho menos daño que otras en tanto que no quemará ahorros de trabajadores ni costará demasiados puestos de trabajo. Esta solo va a afectar a clases altas. O sea que podemos ponernos a observarla con tranquilidad sentados comiendo palomitas. Puede tardar quince, veinte o treinta años pero va a explotar porque al final del día lo único que está justificando que tal o cual obra tenga un valor de 100 millones es una pura convención. La misma que nos hace aceptar que un trozo de papel vale 50 o 500 euros. Es así mientras todos lo aceptemos. Nada más. Aunque en el caso del arte está menos claro el valor que se debe aceptar para tal o cual obra. Cuando por lo que sea algún día se empiece a cuestionar eso y se sucedan dos o tres años de grandes subastas donde los precios dejen de crecer o incluso desciendan por una conjunción de factores, se va a desencadenar un proceso en cadena de ventas por parte de mucha gente que solo acumula obras como medio de multiplicar su capital y entrará en pánico ante la perspectiva de sufrir serias pérdidas. Lo mismo que en una Bolsa con acciones. Y lo que ocurrirá será un proceso de ajuste de precios hacia una escala más real o simplemente hacia otro paradigma. A lo largo de la historia han existido periodos en que las obras de determinados autores dejaron de ser mayoritariamente valoradas. Eso mismo puede ocurrir con las obras de Francis Bacon o de Warhol o de Basquiat, que alguien puede plantearse que el emperador está desnudo y la cotización de su obra –como la muchos otros- puede entrar en “crisis”. Con la diferencia respecto a otras ocasiones de que en este caso eso implicaría un terremoto financiero a pequeña escala en tanto que gente muy importante ha resguardado un parte de su fortuna en forma de lienzos de esos autores, como si fuesen bancos.

      La única lógica que sustenta ahora mismo todo esto es que si "el mercado" está dispuesto a pagar cien millones de euros por un cromo del Pato Donald es que los vale y punto. Ya no hay una lógica basada en criterios como la pericia técnica, la irreproducibilidad o el valor histórico que sustente nada de eso. Pero claro, si eso es así ¿tal lógica puramente capitalista convierte al dichoso cromo en una "obra maestra", realmente?

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  4. En arte casi todo está inventado. Hasta este "simpático suceso" no es nada nuevo. A un amigo mío le pasó exactamente lo mismo. Expuso una "obra vanguardista" en una exposición colectiva del Museo Provincial de Cádiz. Las limpiadoras lo tiraron pensando que eran escombros de una obra cercana. Y no les culpo. Mi amigo había usado escombros y material de construcción para su "obra". Lo más gracioso es que estaba realmente indignado. Cada vez que nos acordamos echamos unas risas a su costa.

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