miércoles, 9 de septiembre de 2015

Momentos paleomusicales

                   


                                               


Hace unos quince años Robert Bittlestone, por entonces presidente de una importante consultora del Reino Unido llamada Metapraxis, hizo un viaje a Grecia. Allí visitó entre otras zonas la actual isla de Ítaca, al noreste de Cefalonia. Robert, pese a trabajar de asesor financiero, en realidad había estudiado Lenguas Clásicas en la Universidad y era un gran conocedor de la Odisea. Por ello le llamó la atención el comprobar que la isla con ese nombre no se parece en nada a la descripción que Homero nos dejó respecto a la patria del taimado Odiseo (más conocido por su nombre latino: Ulises).

A su regreso del viaje en cuestión, durante las horas muertas en su despacho, Robert se dedicó a buscar a su manera la “auténtica” Ítaca trasteando en su ordenador con diversos programas como este, en su mayor parte encaminados al visionado de fotos por satélite, todo ello de cara a encontrar en las islas de la zona un entorno que se asemejase a las breves descripciones -de la geografía de Ítaca- que desgrana el texto de Homero.

De esos esfuerzos surgió un libro, Odysseus Unbound, publicado en el año 2005 y que dio mucho que hablar. Da la casualidad que precisamente ese año 2005 comenzó su andadura Google maps, una herramienta que le habría ahorrado mucho trabajo a Bittlestone. Por ello, independientemente de que la propuesta de reubicación de la toponimia de la zona que Bittlestone hace en ese libro sea acertada o no, para mí lo más estimulante de todo lo anterior es observar cómo el uso de las nuevas tecnologías ha permitido, y va a seguir permitiendo durante las próximas décadas, que mucha gente obsesionada con el pasado tal vez cumpla sus sueños de intentar resolver de forma autónoma, por sí misma, diversos misterios seculares, o al menos que surjan puntos de vista inesperados al respecto, producto de enfoques en los que no habíamos pensado hasta ahora.

En esa línea la semana pasada se conoció una historia curiosa. Un estudiante de doctorado de la Universidad de Camberra, en Australia, un tal Billy Ó Foghlú, de evidentes orígenes irlandeses, realizó su propio intento de resolver un pequeño misterio arqueológico. En una excavación en Irlanda precisamente había aparecido en torno a 1900 un tipo de artefacto bastante extraño, pequeño y cónico, que fue interpretado como el extremo de la empuñadura de una espada y datado entre el año 100 antes de nuestra era y el año 200.

El caso es que ese mismo tipo de objeto había aparecido en otros yacimientos de la zona y debido a ello Billy tenía una teoría personal al respecto, la cual procedía de combinar sus dos grandes pasiones: la arqueología y la música. Para Billy el artefacto en cuestión era una boquilla de algún tipo de instrumento de viento, no un trozo suelto de algún arma. Solo que de cara a contrastar sus hipótesis Billy necesitaba hacer pruebas. 

  Dado que estaba descartado que el personal del museo donde se custodiaba le dejase acceder a la susodicha pieza (no digamos ya que se la enviaran para hacer experimentos con ella) Billy decidió fabricar réplicas de la misma mediante una de las nuevas impresoras 3D que están revolucionando el mercado.

               

 Luego encajó dicha copia en distintos instrumentos particularmente cuernos y esto es lo que salió de ello:

                    

Más allá de que el objeto de marras realmente sirviese para lo que plantea, la tesis de Billy es interesante por lo que implica indirectamente: a saber, que la música era importante en las sociedades “bárbaras” del mundo antiguo y que las trompas y grandes cuernos que aparecen de vez en cuando en yacimientos o enterramientos de la Edad de los Metales no eran simples utensilios de cara a hacer ruidos, con los que asustar a los animales durante la caza o al enemigo en la guerra, sino que se construían y reparaban con sumo cuidado y tenían finalidades más complejas, particularmente la de crear música elaborada de cara a ceremonias religiosas o celebraciones y banquetes.

              

Y si eso ocurría en las sociedades menos evolucionadas imaginemos la dimensión que alcanzaba la música dentro de las más civilizadas. En otras palabras, el trasfondo de la cuestión resulta muy razonable: que la música no se ha descubierto hace pocos siglos sino que existía y estaba muy presente desde tiempos primitivos aunque a día de hoy no tengamos muy claro cómo. 

  Eso es algo que refuerzan diversos hallazgos arqueológicos. Por ejemplo en la tumba del famoso Tutankhamon ya se encontraron en su momento dos "trompetas" militares que aun transcurridos los milenios sonaban perfectamente una vez restauradas. 



   Todo esto se relaciona a su vez con diversas cuestiones ya mentadas en el blog varias veces, como la pronunciación exacta de lenguas desaparecidas, o la coloración de obras de arte y edificios hace siglos. En la mayoría de los casos aquellos sonidos, olores, tintes, sabores... más apreciados o comunes en tiempos pretéritos son elementos intangibles que no podemos recuperar de forma directa, o al menos resulta muy difícil lograrlo, por lo que hemos de limitarnos poco menos que a imaginar cómo eran esos aspectos cotidianos en las sociedades del pasado. 

No obstante, ya puesto en faena, voy a aprovechar para tantear una de esas cuestiones que hasta hoy no me había atrevido a mencionar siquiera: la música y lo poco que sabemos sobre sus orígenes, su implantación en las primeras sociedades urbanas y en general su tenue presencia en el registro arqueológico lejano.

Aunque antes de sumergirnos en los tiempos distantes procede un apunte sobre los tiempos “recientes” de cara a situar los términos del problema.

En la cultura occidental los inicios de la notación musical en la forma que más o menos la conocemos en la actualidad, a través de partituras con sus distintas notas inscritas en un pentagrama, se remonta aproximadamente al periodo entre el s. IX y mediados del s. XI, la época del canto gregoriano, del empleo de unos símbolos llamados neumas y sobre todo de la invención del tetragrama (precursor del pentagrama), así como del núcleo de las actuales notas musicales y el solfeo (en aquel momento ut-re-mi-fa-so-la) por parte de Guido d´Arezzo (991-1050).

Antes de ese momento nos resulta francamente difícil reconstruir cómo era la música que se interpretaba ya que, obviamente, no se podían realizar grabaciones de la misma y en general o no existían técnicas para dejar por escrito los sonidos, o bien dichas técnicas y prácticas escapan a nuestros conocimientos actuales, al menos en la mayoría de los casos. Eso por no hablar de que buena parte de los instrumentos utilizados para hacer música en tiempos antiguos ya no se emplean desde hace siglos. 

                                

   En otras palabras. Como he mencionado las primeras “partituras” que podemos descifrar, entender y reproducir de forma más o menos "sencilla" en el seno de nuestra cultura proceden del canto gregoriano. 

                   

    Pero el mismo no deja de ser el reflejo de una época muy particular donde la fuerza de la ideología había impuesto un tipo de música religiosa muy primitiva, básicamente cantos carentes de acompañamiento instrumental y realizados exclusivamente por hombres, algo que no se correspondía para nada con el tipo de música que debió haberse dado en el mundo antiguo (en el cual se usaban frecuentemente liras, cítaras, flautas y voces femeninas). Por cierto, una de las pocas recreaciones solventes que se ha hecho en el cine de cómo podría ser ese tipo de música se encuentra en un par de escenas de esa incomprendida obra maestra que es Ágora gracias al asesoramiento, entre otros, de Carlos García Gual.



Volviendo al hilo del asunto, realmente la tradición occidental basada en la primacía de una polifonía instrumental profana que llega hasta hoy arranca más o menos de la época del Renacimiento y va de la mano de diversos instrumentos inventados a partir del gótico o tiempos posteriores. Es muy difícil por tanto para nosotros acceder a vislumbrar de forma indirecta cómo eran los sonidos que deleitaban a las sociedades de hace milenios (sobre todo las que no tienen nada que ver con nuestra tradición de base grecorromana) ya que en la mayoría de los casos o bien no dejaron rastro arqueológico ni documental, o en su caso las raras veces que sí lo dejaron no sabemos leer sus “partituras” ni tocar los instrumentos para los que estaban pensadas.

Pero, como en todo, hay algunas excepciones.

Por un lado los grabados y pinturas en tumbas o en palacios nos han permitido en ocasiones apreciar la forma que adoptaban diversos instrumentos musicales extintos empleados en el pasado remoto. Por otra parte en algunos textos de civilizaciones antiguas se han encontrado colecciones de himnos religiosos donde se detallan las letras que se cantaban en honor a los dioses.

Al respecto de lo primero en 1929, en una excavación realizada en Irak -concretamente en el cementerio real de Ur y particularmente la tumba de la reina sumeria Puabi- el arqueólogo británico Leonard Woolley encontró las llamadas Arpas de Ur. Cuatro instrumentos de unos 4.600 años de antigüedad que pueden considerarse como el más antiguo conjunto de dispositivos musicales elaborados de forma compleja que se haya encontrado hasta ahora.

Si bien, ejem, los instrumentos en cuestion fueron ligeramente restaurados de cara a su presentación al público

               
           

y además el mejor de ellos, la llamada Lira dorada, fue –cómo no- destruida durante la intervención en Irak de los EE.UU. (lo que ha llevado a que la que se enseña en la actualidad sea en realidad una copia manufacturada en Inglaterra)

                                

al menos el hallazgo original proporcionó una valiosa información sobre la forma y configuración de este tipo de instrumentos hace milenios. 

Por otra parte en 1950 diversas tablillas de barro (o más bien trozos de las mismas) pertenecientes al s. XIV antes de nuestra era fueron halladas en el emplazamiento de la antigua ciudad de Ugarit, en Siria (en aquel momento habitada por poblaciones de origen anatolio). Dichas tablillas contenían inscripciones cuneiformes transcritas en un dialecto local del lenguaje hurrita, las cuales detallaban lo que parecen ser 36 himnos de culto (29 de ellos relativamente completos), así como el nombre de algunos de sus compositores (Ammiya, Tapsihuni, Puhiyana y Urhiya). 

                           
                                   

   Muy en particular una de las tablillas (reconstruida a partir de tres grandes trozos sueltos) contenía una composición dedicada a la diosa de las huertas, Nikkal, esposa a su vez del dios de la Luna. Dicho canto, denominado Himno Hurrita nº 6 no incluía el nombre de su compositor, pero a pesar de ello resulta muy especial porque en cambio sí albergaba anotaciones numéricas intercaladas entre la letra de la canción

                    qáb-li-te 3 ir-bu-te 1 qáb-li-te 3 ša-aḫ-ri 1 i-šar-te 10 uš-ta-ma-a-ri
                    ti-ti-mi-šar-te 2 zi-ir-te 1 ša-[a]ḫ-ri 2 ša-aš-ša-te 2 ir-bu-te 2.

las cuales han sido interpretadas como una forma primitiva de notación musical. De hecho el texto de la tablilla también adjuntaba instrucciones para hacer el acompañamiento musical mediante un sammum de nueve cuerdas (una especie de lira, diferente estructuralmente pero quizás con un sonido parecido al de las piezas encontradas en Ur) e incluso indicaciones de cara al afinado del instrumento. 

Todo ello convierte a ese Himno nº 6 en la composición musical transcrita más antigua conocida.

El problema es que, dado que dado que en el texto recuperado faltan algunos fragmentos perdidos, desde entonces se han producido hasta cinco intentos diferentes de reconstruir según los cánones actuales la correcta interpretación de la mencionada composición. Algunos muy diferentes entre sí.  

                                             

    De los cuales yo destacaría este (un tanto "libre", pero sin duda es el que mejor suena a nuestro oído): 

                                                     

No conviene olvidar sin embargo la música egipcia de aquella época, fuertemente orientada al canto religioso. A pesar de los relieves e instrumentos que nos han llegado mostrando referencias hacia dicha actividad, las notaciones con cantos (como el Himno a las Siete Hathor, hallado en el templo de Dendera, cerca de Luxor), o las referencias a auténticas estrellas de la música de la época (caso del cantante y flautista Khufu-anj; o de Kaha, sacerdote de Meret) no se conoce ninguna muestra de la notación egipcia del tiempo de los faraones, ni sabemos nada del método que utilizaban para componer, aunque musicólogos como el español Rafael Pérez Arroyo han creído encontrar pistas en composiciones coptas muy posteriores. 

   Así que tras lo anterior para volver a encontrar composiciones musicales complejas, al menos en nuestro entorno cultural, debemos saltar hasta el mundo helénico del cual ya sí conocemos bien su sistema de notación musical, el cual estuvo en vigor desde el s. V antes de nuestra era hasta la época de la caída del Imperio romano aproximadamente.

Merced a ello diversas melodías procedentes de esos tiempos han llegado hasta nosotros transcritas con suficiente detalle como para que podamos reproducirlas con exactitud.

Para empezar en los años 138 y 128 antes de nuestra era se crearon dos composiciones musicales dedicadas a Apolo y hoy conocidas como los Himnos Délficos las cuales estaban pensadas para ser interpretadas durante los llamados Juegos Píticos (y es que los famosos Juegos Olímpicos no eran la única gran competición atlética que se disputaba en la antigua Grecia, estaban también los Juegos Nemeos o los Ístmicos).

Todo lo anterior lo sabemos porque dichas "partituras" fueron encontradas inscritas en piedra en el muro sur del edificio llamado Tesoro de los Atenienses en Delfos, excavado y reconstruido (de forma bastante “libre”, todo hay que decirlo) por arqueólogos franceses a partir de 1893.  

El Primero de los Himnos Délficos fue compuesto por un tal Athenios y sonaría aproximadamente así.

                                             

En cuanto al Segundo Himno fue obra de un tal Limenios, hijo de Thoinos, y quizás sonaba parecido a esto.

                                             

Pero como insinué antes son varias las composiciones que integran el legado que los griegos nos han dejado. De esa forma en 1883 se descubrió una estela funeraria del s. I, ubicada en la costa anatolia cercana a Éfeso, y en la cual se encontró grabado el llamado Epitafio de Seikilos, una hermosa canción dedicada por un griego de tal nombre a su esposa recientemente fallecida

                                             

Por su parte, a comienzos del s. I, Mesomedes, un mediocre poeta nacido en Creta y que trabajó al servicio de uno de los favoritos del emperador romano Adriano, dejó para la posteridad tres composiciones (algunos autores le atribuyen también una cuarta) que de alguna forma se mantuvieron vivas en la tradición bizantina y fueron recogidas luego en un texto italiano de 1581 llamado Dialogo della musica antica e della moderna redactado, cómo no, en Florencia. Una de ellas (más o menos): 

                                             

Fuera de nuestro entorno cultural los problemas y los márgenes cronológicos hasta los que podemos remontarnos resultan en cierta forma parecidos.

Por ejemplo en el Samaveda, el tercero de los cuatro Vedas (los ancianos textos sagrados hindúes procedentes del II milenio antes de nuestra era), se han encontrado una serie de himnos en sánscrito pensados no para ser recitados sino para ser entonados de una forma específica formando melodías llamadas Samagana.

Tiempo después en torno al cambio de era se redactó el Natya Shastra una especie de tratado sobre las artes que incluía apartados acerca de la danza y la música. Parece además que dicho Natya Shastra constituía una mera evolución de un texto mucho más antiguo que sin embargo nunca ha sido hallado. Aun así producto de todo lo anterior se pueden establecer algunas hipótesis sobre cómo era la música hindú primitiva. Quizás algo parecido a esto: 

                                             

En el caso del Extremo Oriente que yo sepa la pieza de música compuesta más antigua preservada procede de China a comienzos de la dinastía Tang (ss. VII-IX), la pieza en cuestión se llama Jieshi Diao Youlan nº 5 (algo así como “Orquídea Solitaria”)

                                                  

     y estaba pensada para ser tocada mediante un instrumento llamado guqin, muy parecido a este

             

procedente en concreto de aquel período. Dicha composición sobrevivió en un antiguo manuscrito donde se explicaban los detalles de cómo tocarla gracias a un primitivo sistema de notación musical denominado wenzi pu

                       

Aunque en el caso chino existe una pieza supuestamente atribuida al fundador de la música china Ling Lun y por ello tan antigua o más que la música griega que conocemos. Si bien, todo sea dicho, la figura de Ling Lun posee tintes más bien legendarios y mitológicos antes que históricos. 

 Al final toda esta temática resulta más interesante de lo que parece no solo por lo que significa para la historia de la música sino para la del Arte en general. Hasta hoy hemos tendido a interpretar preferentemente desde coordenadas estéticas puramente visuales los grandes restos arquitectónicos de palacios, o de templos, que las sociedades pretéritas nos han dejado en forma de legado arqueológico. Por ello hemos analizado y categorizado estilos arquitectónicos de hace milenios en base a la iconografía, la tipología, los tipos de materiales empleados, o la presencia de determinadas soluciones técnicas... pero pocas veces nos hemos preguntado por la cuestión de la acústica y en qué medida pudo condicionar la estructura y la funcionalidad de ese tipo de lugares. A ese respecto sabemos por ejemplo que en las catedrales medievales lo anterior era muy tenido en cuenta y nada hace pensar que en el pasado lejano resultase distinto en lo tocante a otras grandes construcciones. 

   Tampoco pretendo que siempre fuese así, pero dado que desconocemos muchas cosas acerca de la música primitiva, hemos de admitir que también estamos ciegos ante su más que posible relación con la arquitectura. Por todo ello no es descartable que si algún día llegamos a saber más sobre todo esto nos llevemos una sorpresa. ¿Y si desde lo alto de los templos precolombinos no solo se sacrificaba a gente sino que también se lanzaban cantos, o si determinadas construcciones que hemos intentado explicar en base a complicadas alineaciones con cuerpos celestes fueron en realidad concebidas para potenciar el sonido de algún tipo de instrumento?. ¿Y si el arte rupestre paleolítico era parte de rituales donde los cánticos jugaban un papel importante? Son puras especulaciones que se me ocurren a bote pronto... pero plantean escenarios sin duda intrigantes que los especialistas están empezando a incorporar en sus análisis de lugares arqueológicos.     
  

15 comentarios:

  1. Muy curiosa la entrada. Creía que no había nada en absoluto. Sería interesante saber si los compositores de las películas de Hollywood tienen en cuenta estos descubrimientos a la hora de hacer las bandas sonoras de películas históricas.
    Por cierto, he escuchado varios fragmentos y en mi ignorancia todos me suenan a canto gregoriano, solo que acompañado de algún instrumento de cuerda.

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    1. Los grandes compositores de bandas sonoras de paleomusicólogos tienen poco la verdad. Ellos suelen componer algo que suene "como de época" pero normalmente en estudio y con una orquesta. Aunque yo en esto tampoco tengo grandes conocimientos. Sí he intuido alguna recreación interesante de posibles melodías de época en series como "Rome" y en la última temporada de "Vikings". Siempre teniendo en cuenta que son productos de ficción que se mueven en el campo de lo totalmente hipotético.

      En su momento, ya lo cité indirectamente en una entrada pasada, pero el trabajo de recreación, de lo que tal vez podría ser la voz de un castrato que se hizo para la película "Farinelli" mezclando diversas voces fue también muy interesante.

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  2. Me ha gustado mucho, últimamente das con la tecla de lo que me va.

    Hace unos meses me puse a escuchar cosas sobre este tema. El Himno Hurrita no lo conocía.

    A mi lo griego (y romano) me suena muy oriental, sin saber casi nada de música.

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    1. Hay una conexión ahí. Por ejemplo los aedos griegos de época homérica usaban un instrumento anterior a la cítara llamado phorminx para acompañar sus historias y se sospecha que el origen de dicho instrumento y sus técnicas está en la zona de Mesopotamia.

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  3. Super interesante! El cuerno irlandés en esencia es como un didgeridoo australiano en forma de ser tocado y sonido que produce.
    Solo he echado en falta alguna mención al gran Eduardo Paniagua que está especializado en instrumentos y música antigua. Un saludo.

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  4. Por cierto, ayer estuve viendo "Kwaidan", una hermosa película japonesa de 1964 (básicamente llegué a ella por su director Masaki Kobayashi que tiene una filmografia bastante interesante porque ocasionalmente toca algunos temas históricos controvertidos). El caso es que Kwaidan es un film de tres horas formado por cuatro segmentos o cuentos de fantasmas ambientados en el antiguo Japón. La narración es muy digamos expresionista y lenta para nuestros estándares actuales, todo son decorados (muy bonitos a mi juicio) pero ya digo que a mí particularmente me gustó mucho la película. En especial la tercera de sus historias "Hoichi sin orejas" la cual me pareció muy interesante ya que en ella se hace una recreación (totalmente teatral eso sí) de la mítica batalla de Dan-no-ura, muy importante en el folklore nipón. Me llamó la atención porque dicho segmento contiene por un lado una escenificación musical tradicional que se relaciona con lo que he contado en esta entrada y luego algunas cosas que se van a relacionar con la siguiente entrada, ambientada en un contexto pese a todo muy distinto (la Persia medieval) y que publicaré supongo mañana o pasado.

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  5. Creo que hace muchos años vi la película Kwaidan, aunque no estoy seguro de si será la misma película. Recuerdo una sección ambientada en la nieve, creo que sólo con dos o tres personajes, que sí era muy teatral y la fotografía/ambientación/colores, o como se le quiera llamar, muy trabajada y preciosa, como un cuadro de algún -ismo europeo.

    Muy interesante todo esto de la música antigua, pero entiendo que es un ámbito donde resulta particularmente difícil trabajar y avanzar, dentro de lo difícil que es habitualmente el estudio de tiempos remotos.

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  6. Por cierto que vi la película emitida en una televisión pública, en un programa que emitían especialmente películas antiguas difíciles de encontrar, así que animaban a grabarla (en VHS...) para no perderlas (hoy con internet es otra cosa).

    Hoy esa idea de programa televisivo, parece una idea alienígena como poco... (aunque los de La 2 estén emitiendo películas antiguas, únicamente españolas).

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  7. ¿Clave?,¿tempo?,¿afinación?,...,¿háce falta decir más?.Por si es de su interés un enlace que entronca plenamente con su artículo,es decir "música-ficción":http://pqpbach.sul21.com.br/2015/03/29/musica-dos-sumerios-egipcios-e-gregos-antigos/

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  8. Una composición recuperada de un manuscrito del s. XI:

    https://youtu.be/PwAKPIUKAyM

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  9. El canal de este musicólogo gallego (Abraham Cupeiro) puede interesar:

    https://www.youtube.com/user/searechanel/videos?sort=dd&shelf_id=0&view=0

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  10. Hallado un instrumento musical huno que aún suena después de 1.700 años.

    http://www.ancient-origins.es/noticias-historia-arqueologia/instrumento-musical-los-hunos-descubierto-rusia-a%C3%BAn-suena-despu%C3%A9s-1700-a%C3%B1os-004660

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  11. Intentando recrear la acústica original de la mezquita de Córdoba: https://archaeologynewsnetwork.blogspot.com/2018/11/recreating-sound-of-islamic-past-of.html#bzV1WFocWalItHzO.97

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  12. Recreación de un instrumento musical prehistórico: https://mobile.twitter.com/archeometrie/status/1170031822614474752

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