martes, 26 de agosto de 2014

Los dos Nguyen


¿Hueles eso?, ¿lo hueles muchacho?. Es napalm. Nada en el mundo huele así. ¡Qué delicia oler napalm por la mañana!. Un día bombardeamos una colina y cuando todo acabó, subí. No encontramos un solo cadáver de esos chinos de mierda. ¡Qué pestazo a gasolina quemada!. Aquella colina olía a... victoria.

    Robert Duvall en “Apocalypse now”


        


En este año, 2014, coincide que se cumplen 20 años del genocidio de Ruanda, 25 años de la caída del muro de Berlín, 75 del inicio de la IIª Guerra Mundial y 100 años del inicio de la Iª Guerra Mundial.

A lo largo de los últimos meses ha sido quizás la última de esas efemérides la que más atención ha suscitado. Sin embargo yo no quiero que se me pase por alto otra coincidencia. Precisamente en este mes de agosto se han cumplido 50 años de la resolución que sirvió de pretexto para iniciar la Guerra de Vietnam.

Día 2 de agosto de 1964 en el Golfo de Tonkín (en aguas que el gobierno de Vietnam del Norte reclamaba como de su soberanía, extremo que los EE.UU. rechazaban), el destructor estadounidense Maddox recogía información y “datos para inteligencia” cuando tres lanchas torpederas norvietnamitas se dirigieron hacia él. El destructor abrió fuego dispersándolas. Cuatro norvietnamitas murieron y varios fueron heridos, ningún estadounidense resultó lastimado. Dos días después, el mismo Maddox patrullando esta vez junto a otro destructor llamado Turner Joy, informó de un nuevo intento de agresión con torpedos desde barcos norvietnamitas. En esencia ese es el famoso Incidente del Golfo de Tonkín que, a la postre, fue lo que inició la Guerra de Vietnam como tal.

Hoy en día creemos que ese segundo ataque jamás se produjo y simplemente fue un error de apreciación o incluso una pura invención usada como cuestionable excusa por parte del gobierno estadounidense (a modo de las “armas de destrucción masiva” en el caso de la Segunda guerra del Golfo; o el llamado “incidente del Maine” para la guerra con España en 1898) de cara a contar con el paraguas de un casus belli más o menos legítimo a la hora de justificar ante su opinión pública la intervención militar en la región. Una intervención que el Secretario de Defensa Robert McNamara entendía como necesaria desde hacía tiempo en función del avance del comunismo hacia zonas del SE asiático insertas dentro del área de influencia geoestratégica estadounidense desde el final de la IIª Guerra Mundial.  

En base a todo ello el presidente de los EE.UU., por entonces Lyndon B. Johnson, anunció en televisión que la marina estadounidense había sido atacada y pidió al Congreso una autorización para “defender la libertad y la paz en el sureste asiático” con la promesa de que no se involucraría en una guerra a gran escala.

    Así, el día 7 de agosto, el Congreso firmó la llamada Resolución del Golfo  de Tonkín mediante la cual otorgaba carta blanca al presidente “para asistir a los países de la OTSA (Organización del Tratado de Sureste Asiático) en defensa de su libertad”.

Eso en la práctica implicaba que, aún sin una declaración formal de guerra a Vietnam del Norte, el presidente de los EE.UU. podía empezar a usar abiertamente la fuerza militar en la zona entrando en una nueva fase, incluso iniciándose de modo formal, la llamada guerra de Vietnam. Antes de esa resolución ya había unos 16.000 estadounidenses en la zona, principalmente asesores militares que colaboraban con el gobierno de Vietnam del Sur de cara a preparar a sus fuerzas armadas para afrontar la creciente hostilidad de su vecino comunista del Norte e incluso de parte de su propia población. Pero a partir de este momento el gobierno de los EE.UU. pudo empezar a desplegar en la región unidades regulares. En base a ello, a partir del año siguiente, el número de tropas presentes en la zona (no solo estadounidenses sino con el tiempo también de aliados suyos como Thailandia, Australia, Filipinas o Corea del Sur) creció exponencialmente, se desataron abiertamente las hostilidades y empezaron las campañas de bombardeos sobre Vietnam del Norte que en 1968 se extendieron también a Laos y Camboya.  

Pues bien. Avanzada la contienda, precisamente en ese año de 1968, el ejército de Vietnam del Norte lanzó la llamada Ofensiva del Tet y poco después de comenzar ésta, concretamente el 1 de febrero de 1968, se captó esta fotografía que pasó a la historia.



   El autor de la misma fue Edward Thomas Adams “Eddie Adams”, en aquel tiempo un joven fotógrafo de Associated Press de solo 25 años de edad.  La imagen muestra al por entonces Jefe de la Policía de Vietnam del Sur, el general Nguyen Ngoc Loan, ejecutando en plena calle de Saigón -y sin juicio previo- a un prisionero esposado que resultó ser un miembro del Vietcong llamado Nguyen Van Lem. Adams ganó un premio Pulitzer y muchos otros galardones gracias a esta instantánea convirtiéndose en un reportero famoso.

De hecho la ejecución no solo fue fotografiada sino también grabada en vídeo por un cámara local que trabajaba para la NBC llamado Vo Suu.


Ambos testimonios visuales -el vídeo pero sobre todo la fotografía- tuvieron una repercusión brutal cuando se difundieron en los EE.UU. La foto en concreto fue portada del New York Times.

En EE.UU. donde la opinión pública, o al menos una parte de la misma, estaba empezando a adoptar una actitud cada vez más escéptica ante la implicación de su país en el conflicto, diversos movimientos pacifistas tomaron esa imagen como confirmación y representación de la brutalidad de una guerra que percibían como injusta. 

   Además a esa impresión negativa del conflicto se sumaron luego otros testimonios como unas fotos de la matanza de My Lai (una masacre de unos 500 civiles vietnamitas a manos de un pelotón de soldados estadounidenses) publicadas a finales de 1969 (aunque la acción en sí ocurrió en marzo de 1968); o también la famosa instantánea de la niña de nueve años Kim Phuc quemada por el napalm, tomada el 8 de junio de 1972 por el fotógrafo vietnamita Nick Ut (nuevamente para Associated Press).

Poco a poco debido a todas estas cuestiones el gobierno de los EE.UU. empezó a perder la batalla de la opinión pública. Además secretamente otros gobiernos comunistas como el chino y el ruso se implicaron en el suministro de armas y asesores al ejército norvietnamita para así debilitar de forma encubierta e indirecta a su por entonces enemigo estadounidense. Todo lo cual con el tiempo llevó a los EE.UU. a firmar una paz separada con el gobierno comunista de Vietnam del Norte en 1973.

Por tanto puede decirse que en su momento la famosa fotografía en cuestión fue valorada como un testimonio incriminatorio del papel jugado por los EE.UU. en la guerra o, más bien, en este caso, como una prueba de los excesos cometidos por el gobierno aliado de Vietnam del Sur. En ese sentido la interpretación de la foto de la "ejecución en Saigón" se integró originalmente dentro de un discurso pacifista y antibelicista que aprovechó el impulso expansivo de los nuevos movimientos sociales estadounidenses de los años 60 y primeros 70.

Más adelante en 1975 Vietnam del Sur cayó definitivamente en poder de sus vecinos comunistas del Norte y el general Nguyen Ngoc Loan tuvo que huir a EE.UU. donde abrió una pizzería en la zona de Washington.

Todo esto es muy conocido. Lo que me interesa resaltar por el contrario es cómo la percepción de todo lo anterior cambió con el tiempo, principalmente a medida que precisamente avanzaban los años 90.

   En esos momentos los EE.UU. reforzados por la "era Reagan", el triunfo en la Guerra Fría, el derrumbe del comunismo y la victoria en la Primera Guerra del Golfo, se liberaron definitivamente, a nivel de opinión pública interna, de muchos de sus complejos y recelos antibelicistas. Por otra parte el miedo al terrorismo ya empezaba en esos años 90 a hacerse un hueco en el discurso político y desde luego el comunismo vietnamita había dejado de verse con simpatía incluso por parte de los pensadores más heterodoxos, salvo en el caso de algunas excepciones irreductibles cada vez más ignoradas. Incluso la niña Kim Phuc, convertida al cristianismo, había huido de Vietnam en 1992 y pedido asilo político en Canadá.

Por así decirlo la dirección del viento cambió y la foto de la ejecución en Saigón tomada por Eddie Adams empezó a verse de otra forma, igual que muchas otras. Incluso Jane Fonda pidió hace algunos años disculpas por la fotografía tomada en 1972 donde sale sentada en una batería antiaérea norvietnamita. Mientras, en Hollywood, prácticamente se dejaron de rodar películas derrotistas o críticas con la guerra de Vietnam al estilo de las que se rodaron en los años 70 u 80. De hecho la única película importante sobre la Guerra de Vietnam producida en las últimas dos décadas por los grandes estudios de cine estadounidenses ha sido We were soldiers, película a su vez basada en un libro de 1992 y que nos habla de un Vietnam sin soldados estadounidenses negros, sin drogas, con oficiales comprometidos, competentes y patriotas, donde no hay muertos civiles y donde los estadounidenses al final ganan la batalla. Pues bien, dentro de ese contexto de reinterpretación de la guerra de Vietnam, esta vez sin tantos escrúpulos ni remordimientos, es cuando se difunden ciertos detalles sobre la escena captada por Adams que habían quedado en segundo plano hasta entonces. Al parecer, la víctima de la ejecución, Nguyen Van Lem (conocido como capitán Bay Lop) posiblemente formaba parte de un comando del Vietcong que buscaba sembrar el caos en retaguardia vestidos de civiles. Durante aquellas críticas jornadas de combates ese tipo de comandos habían ejecutado a docenas de policías survietnamitas y también a sus familias a lo largo y ancho de la ciudad. Uno de los mejores amigos del general Nguyen Ngoc Loan había sido asesinado ese día y en las proximidades, cerca de los cadáveres de siete civiles también asesinados, todos familiares de policías, fue donde se capturó a Nguyen Van Lem.

Bajo estas premisas, teniendo en cuenta que era un combatiente que no se identificaba como tal bajo un uniforme, Van Lem no estaría cubierto por la Convención de Ginebra sobre prisioneros de guerra. Claro que tampoco había pruebas de que hubiera matado a nadie o participado en combates, solo fundadas sospechas. Pero, qué diablos, en la línea de lo expresado da la impresión de que la sociedad estadounidense en general empezó por entonces a ver la guerra de forma diferentes y menos inocente a cómo la veía en los años 60 y 70, entendiéndola cada vez más como algo naturalmente sucio donde no habría que tener tantos remilgos éticos a la hora de tratar con el enemigo.

De esta forma cuando el general Nguyen Ngoc Loan murió de cáncer, en 1998, el fotógrafo que realizó la famosa foto, Eddie Adams, envió flores a su familia y se deshizo pidiendo disculpas por el mal que le había causado al general la difusión de aquella famosa imagen que él había captado con su cámara. 

   Finalmente, tras el 11S, la propagación entre buena parte de la sociedad estadounidense de una nueva mentalidad favorable al empleo de la tortura o los métodos expeditivos en la lucha contra “el mal”, así como otra serie de cambios ideológicos que son el signo de los tiempos, colaboraron a que la figura de Nguyen Ngoc Loan fuese definitivamente rehabilitada y hasta reivindicada a través de diversas publicaciones en las cuales se empezó a destacar su carácter de oficial incorruptible, patriota, hombre de familia… así como las dificultades de tomar decisiones en pleno combate. 

   Por tanto la moraleja de hoy es, una vez más, que casi todo depende del cristal y el contexto sociocultural desde el que se mire.

Claro que… ¿todo?, ¿seguro?. Hay muchas cuestiones a tener en cuenta para juzgar el famoso disparo a la cabeza, inmortalizado en la famosa instantánea tomada por Eddie Adams. Cuestiones tanto a favor de la exculpación como de la condena del acto. Pero sobre todo hay un detalle que me parece importante. La ejecución, como he comentado, fue tanto fotografiada como grabada por un cámara a corta distancia. Esto no pudo ser algo casual. Parece claro que el general Nguyen probablemente buscó, de forma deliberada, el ser grabado, o al menos lo permitió. Lo cual indica que quería dejar constancia de lo que hacía, deseaba enviar un mensaje al Vietcong de lo que les iba a pasar a sus combatientes, sobre todo los irregulares, si eran capturados. Luego, claro está, le salió “el tiro por la culata”.

                                              
                                              
        
Vosotros qué pensáis, ¿hizo bien?, ¿hizo mal?, ¿había que estar allí en sus circunstancias para poder juzgarlo?, ¿qué habríais hecho vosotros en su situación?, ¿es complicado tomar una decisión sobre lo anterior o en cambio lo veis muy claro?.

7 comentarios:

  1. Yo creo que es muy inocente pensar que en una guerra quienes están involucrados puedan mantener una moral intachable. Y muchos ni siquiera querrán. Una guerra debe de ser un sitio genial para un psicópata.
    Desde mi punto de vista, que no he vivido ninguna, y que cada vez veo las cosas de manera más racional y menos emocional, creo que sólo los muy ignorantes pueden pretender que se haga el BIEN en una situación que es fundamentalmente injusta. En general, la gente acomodada tiende a pontificar sobre un montón de cosas de las que no tiene idea.
    Por otro lado, hace un tiempo leí Matanza y Cultura, donde se habla de la guerra de Vietnam (entre otras); y el autor, que la verdad me pareció poco imparcial, contaba que tras la retirada de EEUU a Vietnam del Sur le cayó una buena: represalias por parte del norte y un montón de exiliados forzosos.
    En vez de bondad y maldad, creo que es mejor hablar del sentido que tienen las cosas.

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  2. Yo estoy de acuerdo con Anónimo y aprovecho para felicitarte por tus artículos, que son cojonudos.

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    1. Gracias Afri (je,je).


      Por lo demás quizás el problema general con la perspectiva de la guerra occidental es que aunque la mayoría de las guerras en que se involucran países europeos o los EE.UU. siguen desatándose por los motivos de siempre (lucha por los recursos, cuestiones geoestratégicas, política de bloques...) se las intenta vender como utensilios para hacer el bien (difundir la democracia y los derechos humanos esencialmente) y en base a ello se las rodea de una retórica en consonancia (acciones preventivas, intervenciones humanitarias, daños colaterales, guerra contra el terror, etc.). Pero claro, eso lleva a un choque en tanto que inevitablemente para llevar a cabo unos fines supuestamente éticos y buenos se tiene que desarrollar un procedimiento (la guerra) que empieza a estar claro que nunca podrá ser limpio, totalmente ético y sin graves daños.

      En base a esa dicotomía como mucho se pueden vender las guerras como un mal menor o unos medios justificados por los fines (y aún así en muchas guerras ofensivas eso no está claro) pero no creo que nunca se pueda volver a la inocencia de las visiones románticas de la guerra -hace algunos siglos- como una cuestión de caballeros, o el intento de las últimas décadas de vendernos la guerra como una sucesión de acciones quirúrgicas prácticamente sin víctimas.

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  3. Me permito añadir un epílogo a todo esto. Un documental sobre los efectos en la población civil de la zona, aún en la actualidad, del famoso agente naranja usado por los estadounidenses.

    http://vimeo.com/77003052

    Muy muy duro.

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  4. Un dato . Cuando Johson pidio al Congreso y Senado permiso para declarar la guerra, bueno eso es discutible. Para tener manga ancha contra Vietnam del Norte. Ningún congresista voto en contra y solo dos senadores. Y se quejaban más que de declarar la guerra de dar poderes absolutos al presidente para algo poco claro. En resumen que en 1964 la guerra era archipopular. Los republicanos no pedían paz. Pedía el candidato republícano en 1964 el uso de la bomba atómica. ¿Hubiese dado ese arma la victoria a USA?

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    1. Mas que archipopular diría que no existía contestación social ante ella o siquiera interés por los movimientos militares en un lugar tan lejano. Es en el contexto de movimientos de contestación social más amplios como en la segunda mitad de la década se va creando un clima contrario a la misma, eso es claro.

      En cuanto al Congreso y las votaciones que se han dado en las sucesivas declaraciones de guerra esta página de la Wikipedia es interesante por el cuadro con las votaciones al final:

      http://en.wikipedia.org/wiki/Declaration_of_war_by_the_United_States

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  5. …Una auténtica historia de guerra nunca es moral. No instruye, ni alienta la virtud, ni sugiere modelos de comportamiento humano correcto, ni impide que los hombres hagan las cosas que los hombres siempre han hecho. Si una historia parece moral, no la creáis. Si al final de una historia de guerra os sentís edificados, o si sentís que una partícula de rectitud se ha salvado de la devastación a gran escala, entonces habéis sido víctimas de una mentira muy antigua y terrible. No hay la más mínima rectitud. No hay virtud.

    En consecuencia, la primera regla básica es que puedes distinguir una auténtica historia de guerra por su lealtad absoluta y sin concesiones a lo repugnante y lo soez.”
    - Tim O'brien

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